Ha sido jugador, entrenador, comentarista. Ahora es director general
del Real Madrid. Su reto: rentabilizar inversiones de vértigo, defender
una forma de entender el fútbol y devolver la ilusión a la grada.
Está como más joven Jorge Valdano, y tiene ya 54 años. Sigue siendo
dueño de un discurso circular pero preciso, aunque ahora que es
director general del Real Madrid (y adjunto al presidente) mide mucho
más lo que tiene que decir. Lo mide, pero lo dice. Cuando conversamos
con él, Valdano ya ha superado las primeras pruebas mediáticas: la
ronda de los grandes futbolistas fichados por el club ha suscitado una
ilusión enorme en la afición que terminó la temporada sacando, con ira,
pañuelos blancos, sobre todo porque el Barça de Guardiola los había
humillado. El ejercicio de autoestima ha costado mucho dinero; de
hecho, el club se sitúa en lo más alto de una pirámide de dinero que ha
mareado a los propios y a los contrarios. El dinero se va a pagar,
nadie lo duda, dice Valdano. ¿Y tiene miedo de que la fabricación de
esta ilusión se resuelva con un fiasco? El fútbol es un azar. Valdano
cree en ello. Su discurso nunca ha sido el del fútbol de los
resultados; no es un resultadista. Aquí lo explica. Se habla mucho del nuevo modelo
del Real Madrid. Tampoco es tan nuevo, dice Valdano; se inauguró con
don Santiago Bernabéu y con Alfredo Di Stéfano, que sigue siendo
testigo activo de una manera de concebir el club. Lo que ha sucedido
ahora, dicen él y los suyos frente al posible reproche, es que la
sociedad ha cambiado, y ahora traer futbolistas como aquellos (Kopa,
Puskas, Zidane, Ronaldo, Figo) cuesta muchísimo más, porque, además, no
juegan tan sólo para los espectadores del Bernabéu, ahora es cierto que
juegan para el mundo entero. A Valdano le ha costado algo de salud, se
imagina uno, porque en este mes y medio en que el Madrid se ha puesto a
jugar sin balón para ganarle al Barça ha tenido que estar colgado al
teléfono, mareándose con las cifras y con los agentes y, probablemente
también, con los egos de los futbolistas.
¿Cómo siente de nuevo la competición? No es lo mismo comentar,
donde tiene que ser más o menos ecuánime, que ponerse en la cúspide de
un equipo... Estamos en una época en la que el club compite
contra sí mismo. Es el momento en que tienen que llegar jugadores, y
otros tendrán que irse, inevitablemente. Todavía no hemos agrandado la
mirada. La mirada aún no abarca a los rivales, a la Liga, a las
dificultades que están implícitas en la competición. De modo que es muy
difícil vislumbrar ahora cómo me siento en la competición...
Ese proceso de entrada y salida de futbolistas debe de ser muy
duro... Usted mismo decía el otro día que no se puede humillar a nadie
usando el número de su camiseta para otro... Cuando aún
pertenece a otro futbolista que sigue en el club. Pues sí, es muy duro.
Hemos fichado jugadores muy importantes que producen una fascinación en
la opinión pública. Pero también producen fascinación en los colegas.
Todos aspiran a formar parte de este proyecto que en muy poco tiempo ha
generado esa enorme seducción... El fútbol también sufre la crisis, de
manera que el mercado se ha empobrecido. Pero nos está costando más
sacarles la camiseta del Real Madrid a los jugadores que encontrar
equipos interesados. Sí hay equipos interesados; lo que ocurre es que
hay jugadores a los que les cuesta hacerse a la idea de que deben dejar
el Real Madrid. Algunos entienden que dejar el Madrid ya es una
pérdida, y no quieren renunciar...
¿Y cómo se gestiona todo
eso? Para los que vienen, esto es una felicidad, pero para los que se
van debe ser una gran tristeza. Y usted los conoce a todos. He
entendido algo en este oficio: la única manera de respetar a un jugador
es diciéndole las cosas con mucha claridad. Si uno tiene una decisión
tomada, no hay que dilatar la comunicación: hay que decirle lo que has
decidido de la manera más cruda posible, porque lo peor que lleva un
futbolista es sentirse engañado.
De hecho, usted fue quien le dijo a Emilio Butragueño: "Siéntate en el banquillo", y era un mito del madridismo.Butragueño
es una buena persona que fue capaz de superar una situación muy
complicada, porque no lo sustituyó Cristiano Ronaldo: lo sustituyó un
chico que ni siquiera jugaba en el segundo equipo del Real Madrid; Raúl
jugaba en el tercer equipo. Eso es un golpe al prestigio y a la vanidad
que tiene todo futbolista. Ese tipo de cosas Emilio las ha resuelto
siempre de un modo exquisito. No existen dos casos iguales, no existen
dos Emilio Butragueño.
No hay dos Butragueño, pero sí hay
un Butragueño, un Raúl, un Di Stéfano... Y no sé si será una
coincidencia astral, pero aquí están aún, en este Real Madrid que
dirige usted ahora... Cuando uno llega al final de su carrera
como futbolista, dentro de un club de estas características, tiene que
elegir el modo de irse. Eso facilitará, o no, la forma de regresar al
club. Hay algo que la figura de Di Stéfano, en calidad de presidente de
honor, deja clarísimo: la lucha que el hombre tiene contra el tiempo la
gana siempre el tiempo. En el fútbol, el tiempo te gana antes que en
cualquier otra actividad. En el deporte, en general, el tiempo es
todavía más cruel.
La gente dice que el Madrid ha cambiado
de modelo. Pero ahí están esos tres representantes del Madrid de
siempre, por decirlo así, en la directiva o en el equipo. ¿Qué es el
Real Madrid hoy? No se diferencia mucho de lo que fue desde
finales de los cincuenta. Un club que tiene una visión claramente
internacional, que aspira siempre a tener en su equipo a algunos de los
mejores jugadores del mundo... El Real Madrid no se resigna a perder el
liderato a pesar de que tiene una figura social que lo limita frente a
aquellos que tienen un mecenas que ayudan a cuadrar las cuentas: el
Chelsea de Abramovich, el Milan de Berlusconi, el Inter de Morati, la
Juve de Agnelli... Al Real Madrid le tienen que salir las cuentas, y
para eso es necesario adaptarse a un mundo nuevo. Pero no hay que
olvidar que Bernabéu fue uno de los creadores de la Copa de Europa, y
desde entonces la vocación internacional del Real Madrid empezó a ser
una seña de identidad. Hizo algo muy atrevido: construir un estadio
para 120.000 personas. Y para llenar ese estadio luego tuvo que ir a
buscar a grandísimas figuras internacionales... Ahora un club ya no
tiene que llenar el estadio, eso está prácticamente asegurado. Ahora
hay que tratar de llegar a audiencias remotas. Y, otra vez, para eso es
necesario captar a los talentos más grandes del mundo del fútbol.
Para
hacer lo mismo: en los años cincuenta fichaban a los grandes del mundo
y ahora también. Para la audiencia corta y para las audiencias largas. Por
lo demás, la cantera tiene que seguir teniendo su importancia. Lo que
pasa es que hasta por generación espontánea surgen jugadores como los
de la Quinta del Buitre, como ha ocurrido ahora con la cantera
del Barcelona. Hay otro momento en que la cantera es menos productiva.
Entonces es necesario saber esperar, trabajar para el futuro. Todo
aquello que tiene que ver con la formación hay que medirlo en años.
Pero éste es un medio donde todo tiene que ser urgente. El fútbol está
muy pegado al momento presente.
Esa urgencia les ha llevado
a lo que la gente llama 'un modelo nuevo'. Y no es tan nuevo. Los
grandes clubes lo aplican, tarde o temprano. Ahora bien, la afición los
jalea ahora pidiendo más y 'el otro', el Barça, compite por los
mismos... Ronaldo, Ribery, Villa... Ambiciones paralelas por conseguir
a los mismos. Como los 'casting' de las grandes películas. Lo
que ocurre es que jugadores para grandes equipos tampoco hay
demasiados. En el fútbol está ocurriendo lo mismo que en muchas
profesiones: hay un número muy pequeño de gente que marca una
diferencia de prestigio económico y un número muy grande de gente que,
digamos, tiene menores posibilidades... En el fútbol, jugadores aptos
para llegar al Real Madrid o al Barcelona, ponerse la camiseta y
triunfar al día siguiente, no hay más que 10 en todo el mundo.
Por eso coinciden... Por
eso coincidimos buscando a los mismos. En cuanto al modelo, creo que no
es que estén cambiando los clubes: está cambiando la sociedad. Basta
ver la presentación de Ronaldo y hacer un somero análisis sociológico
para ver que ahí hay mucha gente joven, muchas mujeres, muchos
inmigrantes. Hay un deseo muy relacionado con esta sociedad mediática
que es el poder decir: "Yo estuve ahí". Hay algunos elementos que el
fútbol refleja muy bien, como siempre, pero que tienen que ver más con
lo que rodea al espectáculo, con lo que ocurre en los márgenes del
campo hacia fuera, que con lo que ocurre en los márgenes del campo
hacia dentro. Eso sigue siendo un terreno casi primitivo, en el que han
cambiado muy pocas cosas.
En ese terreno hay una
competencia cada vez más salvaje. Imagine ahora a los chicos que juegan
en su primer equipo argentino, Las Parejas, o en el primer equipo de
Cristiano Ronaldo, en Azores. Los chicos querrán ser usted, Cristiano,
Villa... ¿Cómo se vive a esas edades la competición? ¿Cómo influyen hoy
los medios? Hay algunas perversiones, como la de pensar que a
un chico con 12 años ya se le puede tratar como a un profesional del
fútbol; se llega a pensar que pueden convertir a un chico de 12 años en
sostén de la familia, emular las grandes figuras no por la parte
esencial, sino por lo secundario... He visto a un muchacho metiendo un
gol y besándose luego el anillo, como hace Raúl. Raúl se besa el anillo
como homenaje a su mujer; ese muchacho no tiene anillo, ni mujer, pero
tiene a Raúl como modelo y empieza por imitar lo secundario. De Raúl
hay que imitar su entrega, su profesionalidad, su capacidad de
superación. Su ambición. Desde ese punto de vista, es un modelo que
para los chicos puede resultar muy inspirador. Pero entiendo que todo
tiene que ver con una gran fantasía: todo padre quiere tener en su hijo
a una gran figura en ciernes. Creo que eso termina provocando
malentendidos de todo tipo.
Dice usted que el fútbol ha
cambiado por fuera, que por dentro sigue siendo lo mismo... ¿De veras?
¿El fútbol que usted hacía en Las Parejas es el mismo que el que va a
hacer ahora Cristiano Ronaldo en el Real Madrid? Ha cambiado
la visión sobre el fútbol y sobre los futbolistas. Nosotros éramos sólo
futbolistas. Hoy un jugador es un modelo social, un modelo
publicitario, es un foco mediático mundial. Eso, lógicamente, cambia la
psique del hombre que juega. Desde que el árbitro indica el comienzo
del partido, por la cabeza de un futbolista pasan más o menos las
mismas cosas que pasaban por la cabeza de un futbolista hace 50 años: a
ese balón llego, a ese balón no llego, el rival tiene el cuerpo
inclinado por este lado, me voy a ir por éste... Toda esa tormenta de
ideas que hay en la cabeza de un jugador quizá se desarrolla a más
velocidad, con más sentido táctico. Pero al final la lucha sigue siendo
con el balón y contra un rival.
El otro día escuché a
Miguel Pardaza decir que había ido a escuchar a Labordeta en los
ochenta, al Centro Cultural de la Villa, cuando era futbolista del
Madrid... En esa misma emisión dijeron el número de guardaespaldas que
va a tener Cristiano. ¡Mover a un futbolista de élite es como mover al
presidente del Gobierno! De todas maneras, Cristiano Ronaldo
hay uno, y futbolistas hay miles. Estamos concentrando cada vez más la
celebridad en muy pocas personas. Son figuras tan potentes que ocultan
al resto de las plantillas...
¿Y qué consecuencias tiene para ellos esa potencia mediática que generan? ¿Está entre sus preocupaciones, Valdano? Sí,
está en mis preocupaciones el que el jugador no se sienta acosado por
un tipo de periodismo que no es deportivo. En general, el periodismo
deportivo en España es muy respetuoso con la vida privada de los
jugadores. Pero desde que el futbolista ha alcanzado otro estatus
social, que de alguna manera ya compite con los grandes futbolistas y
los grandes actores, ha atraído otro tipo de prensa con la que el
futbolista no sabe relacionarse. Eso sí que me preocupa.
Antes
decía usted que hay padres que a los 12 años ya quieren que sus hijos
sean celebridades. ¿Cómo pueden combatir los directivos del fútbol esta
ilusión colectiva?, ¿cómo bajar a la realidad a los padres? Es
muy difícil. En el anterior ciclo como director deportivo del Real
Madrid terminamos creando, primero, una escuela de valores para que los
chicos supieran exactamente qué representaban cuando se ponían la
camiseta del Real Madrid. Luego la tuvimos que complementar con una
escuela de padres, para que los mensajes de los entrenadores y los
mensajes de los padres tuvieran cierta armonía, para que no hubiera dos
tipos de influencia en los chicos. He visto en los últimos meses llegar
a España chicos de 13, de 14 años, que fueron invitados por algún club
a formar parte de las divisiones inferiores. A cambio de esa
oportunidad, los clubes les dan a los chicos un dinero. Los padres de
estos chicos abandonan sus trabajos para acompañarlos a esa aventura,
de manera que con esas edades los muchachos se sienten sostenes de sus
familias. Eso, lógicamente, le agrega angustia a lo que tendría que ser
una aventura placentera.
Se fijan en Messi. El tema
es que un Messi tiene muchísimo más peso que los miles de Messi que se
quedaron en el camino. Porque los miles de Messi que se quedaron en el
camino no salen en los periódicos. En cambio, Messi está
permanentemente en los medios de comunicación. Eso digamos que tuerce
la mirada de la gente: termina convirtiendo en un ejemplo lo
excepcional, cuando en realidad el ejemplo hay que buscarlo en lo que
es normal... Otra tentación que tienen los futbolistas muy jóvenes es
abandonar los estudios. Muchas veces uno tiene que discutir con los
padres. Ellos te dicen: "Mi hijo ha venido a Madrid a jugar al fútbol,
no a estudiar". Pero, claro, el problema es que al primer equipo, a
primera división, llegará un 2% de los 400 jugadores que hay dentro del
Real Madrid, y uno no puede legislar para el 2%, uno tiene que legislar
para el 98%. Es increíble, pero muchas veces, para resolver cuestiones
tan obvias, hay que pelearse con un entorno muy agresivo.
¿Ustedes han creado aquí una escuela de paciencia? Habrá
que luchar. En un club como el Real Madrid, nada se consigue sin
luchar. Una lucha contra la opinión pública, contra las autoexigencias,
contra el periodismo no sólo deportivo, contra las grandes expectativas
que se crean. De alguna manera, uno tiene que estar siempre compensando
las exageraciones que envuelven al fútbol.
¿Cuál es ahora la exageración mayor? La
exageración mayor tiene que ver con la llegada de algunos de los
mejores jugadores del mundo. Genera una ilusión quedó reflejada en las
impactantes presentaciones que hemos tenido-, y esa ilusión ahora hay
que llenarla con buen juego, con buenos resultados.
Toda ilusión genera miedo también. Miedo a que no se cumplan las expectativas. ¿Tiene usted miedo? Hay
cosas contra las que no se puede luchar. En semanas como éstas, contra
la ilusión no se puede luchar. Cuando se pierden dos partidos seguidos,
contra el sentido trágico que envuelve a un club tampoco se puede
luchar. Hay que ser fuerte interiormente y darle al equipo soporte para
que los jugadores terminen volcando su talento con la mayor naturalidad
posible, sin sufrir todos esos condicionantes que influyen en su
naturaleza. Al fin, si un jugador juega con tensión, se juega para
llenar una expectativa, juega pensando que si empata, fracasa. Al final
no juega, el juego se nos muere de seriedad.
Es evidente
que esta nueva etapa suya en el club proviene de una situación difícil
del Madrid. Antes de empezar a jugar, ya han recuperado ustedes el
ánimo. ¿De eso se trataba? De eso también se trataba.
Eso también ejerce una influencia en la gente. Ésta, digamos, es una
empresa sentimental, no hay que olvidarlo nunca. En estas
presentaciones, los aficionados nos estuvieron diciendo con su
presencia que el Madrid sigue estando aquí, que no para de crecer.
Combatir esa desilusión ha costado mucho dinero. Teníamos
que hacer un esfuerzo porque la diferencia futbolística que marcó el
Barcelona la temporada pasada con respecto al Real Madrid fue grande,
incluso más grande que la que le marcó en la tabla de clasificación. El
Real Madrid debe responder a ese desafío y lo ha hecho de una manera
contundente. Éste es un club que se lleva muy mal con el término medio,
como todo el mundo sabe.
Durante la temporada fue diciendo en La Sexta qué le parecía el Madrid, qué le parecía el Barça. ¿Ahora lo puede resumir? Entiendo
que lo que nos pasaba se reconoció en el tipo de fichajes que hemos
hecho. Necesitábamos grandes talentos que fueran capaces de absorber la
presión y darle al equipo un gran salto de calidad. Si algo demostró el
Real Madrid la temporada anterior es que es un equipo cuyo espíritu no
claudica. Incluso en los peores momentos, los jugadores fueron
conscientes de lo que representaban, amenazaron al Barça hasta las
últimas jornadas. Pero, bueno, la evidencia fue que con el espíritu no
alcanza; el espíritu es un motor que necesita también de otros
complementos.
Y enfrente estaba el Barça. El Barça
en un momento de gracia. Todo le salió bien, y hasta muy bien. No hubo
ni un solo jugador del Barcelona que estuviera por debajo de sus
posibilidades. Por eso consiguieron algo excepcional: ganar tres
competiciones.
¿Eso de qué depende? En primer
lugar, de jugadores de gran nivel que están en un momento de plenitud.
En segundo lugar, de una especie de inyección de pasión que les metió
su entrenador. Creo que la llegada de Josep Guardiola, con su frescura,
con la enorme identificación que tiene con un determinado tipo de
fútbol y con el club mismo, terminó generando en el vestuario un estado
de altísima emotividad que lo llevaba al campo.
Si el
modelo del Barça tiene tanta tradición, ¿cuál sería la tradición del
modelo del Madrid? ¿O el Madrid está creando un nuevo modelo? El
Real Madrid se relaciona muy bien con el triunfo, incluso en momentos
muy difíciles, como la temporada pasada: es un equipo que nunca se
resigna. Éste es uno de los valores que impregnó Alfredo Di Stéfano
desde el fondo de los tiempos, cuando el Real Madrid de la posguerra.
Laporta
ha dicho que lo que ustedes hacen depende de chollos económicos. ¿Le
preocupa que eso lo piense más gente que su directo competidor? Éste
es el club más rico del mundo; es capaz de generar cada año el
beneficio de, aproximadamente, 50 millones de euros. Dentro de un medio
tan deficitario como es el fútbol, creo que ya es hora de que se
empiece a ver al Real Madrid como un modelo y no como un problema. En
segundo lugar, es verdad que nosotros hemos accedido a créditos para
hacer algunas de esas inversiones. Supongo que nadie dudará de que el
Real Madrid tiene la intención de pagarlos. En tercer lugar, creo que
la trampa ha consistido en confundir lo empresarial con lo social. En
un momento de crisis, la exhibición pública de gastos muy grandes ha
provocado discursos muy agresivos de aquellos que quieren contentar a
su clientela. Esto tiene una dimensión puramente empresarial: el Real
Madrid invierte en grandísimos jugadores porque eso es lo único que nos
permite sostener nuestra situación de liderazgo, traer más aficionados, sponsors, atracción de los televidentes. La llegada de Cristiano
Ronaldo o Kaká es el inicio de un círculo virtuoso que termina por
beneficiar al Real Madrid en lo económico y en lo deportivo.
Círculo virtuoso: suena a una frase de Laporta. Cada uno dentro de su club, y dentro de su estilo, tiene su estrategia.
Esta
pregunta se la hago como futbolista y como directivo. ¿Será más fácil
conjugar los egos dentro del campo que dentro del vestuario, o no le
preocupan los egos? Lo segundo no me preocupa por el perfil de
los jugadores que han llegado. Grandísimos profesionales, gente muy
ambiciosa, competitiva, en algún caso hasta obsesionados con la
cuestión física. Eso sí suele costar trabajo. El Barcelona, desde ese
punto de vista, el año pasado nos llevó una ventaja inicial: tuvo que
adaptar dos jugadores a un engranaje que llevaba mucho tiempo
funcionando. En cambio, aquí, con cinco, seis, siete jugadores nuevos,
prácticamente hay que trabajar sobre las conexiones de todos los
sectores del campo. Eso lleva tiempo. Los grandes jugadores logran
reducir los tiempos, pero ese tipo de complicidades no es instantánea.
Hay que esperar.
Le pregunté a Pardaza por el mayor riesgo
que usted tomó como entrenador: sentar a Butragueño. Cuando le toque a
Raúl, también será usted quien le siente, me insinuó. ¿Ese futurible le
inquieta? Raúl tiene un gran carácter y una gran inteligencia.
No sé por qué los periodistas, ante esa situación que tiene que
afrontar algún día Raúl, situación que consiste en tener más de 30
años, le pone más acento al carácter que a la inteligencia. Confío
mucho en la inteligencia de Raúl, y la inteligencia está para resolver
situaciones complejas. De manera que estoy tranquilo.
¿Y el horizonte de esa situación no le resulta complejo? Tarde o temprano, Raúl se tendrá que enfrentar al final de su carrera
deportiva. De momento, en la última temporada ha metido veintitantos
goles, de manera que eso le sigue haciendo gran protagonista del Real
Madrid. Si llega alguien que dé más que él, será importante desde un
lugar secundario. Si nadie es capaz de estar por encima de él, seguirá
teniendo el lugar del protagonista que ha tenido durante 15 años.
Llevamos más de una hora hablando, ha salido el nombre de Guardiola, pero no se ha dicho ni media palabra de Pellegrini. Ya
llegará el momento Pellegrini. Este verano tampoco ha aparecido en
escena Guardiola. Sencillamente, la mirada ha estado puesta en otro
lugar. Cuando empiece la competición, los medios de comunicación le
darán la bienvenida a Pellegrini.
Para bien o para mal. Sabemos
que ese puesto en un club de la dimensión del Real Madrid está hecho
para gente de una personalidad superior. Pellegrini está ante ese
desafío y creo que está preparado.
Le veo más joven. ¿Qué le rejuvenece? Hacer
cosas, meterme en líos. Eso es lo que me ayuda a sentirme vivo. He
pasado por malas circunstancias a lo largo de mi vida; digamos que
algunas de ellas fueron difíciles, y me hicieron cambiar las
prioridades y perspectivas, pero creo que la vida hay que agitarla
permanentemente. Agítese antes de usarla, como los botes. Eso es lo que
hay que hacer con la vida.
"A Algunos jugadores les cuesta hacerse a la idea de que tienen que irse"
"A un niño de 12 años no se le puede tratar como a un profesional"
"La exhibición pública de gastos muy grandes provoca discursos agresivo